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FRONTERA

En los últimos 4 años, 3 millones de Venezolanos han huido del país. Este desplazamiento ha tenido precedentes en la historia de América Latina. Aquellos con menos recursos para huir de la crisis devastadora,  ahora lo están haciendo. Muchos de ellos buscan salida por caminos fronterizos con su país vecino, Colombia.  

 

El puente Simón Bolívar en la ciudad de Cúcuta (Colombia) es la vena principal del flujo de estos refugiados venezolanos. Es donde la ola del éxodo se percibe con más fuerza. Cúcuta es un caldero tenso de bulla donde la valentía se debe interponer ante el miedo y el alivio. El intercambio de bienes y servicios de todo tipo florecen con libertad. Los medio de transporte ofrecen sus precios a  diferentes ciudades y países de Latinoamérica: Barranquilla, Bogotá, Cali, Perú, Quito… El calor ralentiza, pero el espíritu soñador de los que caminan hacia dentro de Colombia es más fuerte. Huyen de la miseria, de la precariedad y la escasez que define la vida del venezolano. Caminan empujados por algo que no los deja detenerse. Van en búsqueda de lo básico: comida, agua, salud, seguridad y trabajo. 

 

Una ola de éxodo no es únicamente una masa de gente. Son un grupo de individuos que desesperanzados en Venezuela, arrancan sus raíces para ir a explorar nuevos caminos. Hoy los más pobres “sobreviven” con los restos que el Estado les da cada vez más esporádicamente. Frontera intenta recordar que dentro de esta masa hay almas, amigos, hermanos. Hay familias víctimas de la separación forzada. Es un intento de reflexión entre el retrato y el texto. Los escritos, son respuestas a preguntas sencillas, ¿Qué es el valor, la felicidad y la familia? Sus respuestas nos regalan un indicio la identidad colectiva de los Venezolanos. 

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